domingo, 14 de octubre de 2007

La ceremonia de la soledad


Es una sensación de tranquilidad lejana que coincide con una ausencia entrañable, casi nostálgica. La soledad se siente y también se exhibe.

Este episodio reúne esas imágenes que muestran espacios que parecen deshabitados, con calles solas, lejanas e interminables. Sin embargo, estas imágenes no fueron producto de una intención que mostrara a estos espacios de esa manera, aunque tampoco se originaron por el azar, simplemente, abre una discusión sobre su calificativo como sitio de encuentro; es un tipo de soledad simbólica que invade a la Avenida Sexta, a los transeúntes y a su tránsito por ella.


La ausencia del sujeto en estos espacios denota una resignificación. Sin éste, el espacio no se halla en un estado ideal y completo; no se muestra común y hasta se cubre de un halo misterioso donde lo sensible puede alcanzar un grado tensionante. Sí, tensionante desde ese sosiego de elementos gráficos, con una quietud pasmosa, que inquieta...



Día... noche... No importa. La soledad no marca horarios ni coacciona acontecimientos.
Todavía se espera que alguien sobrepase esa línea divisoria, finita, de corte sublime y dimensional, resquebrajando esa escena engañosa e irreal donde parece mostrarse el solipsismo con una excesiva validez. Y aquí entonces, hay un despertar que nos devuelve a grandes rasgos a esta realidad indeclinable, pero hay momentos en los que conviene volver a soñar, sólo para sentirnos más cerca de una ceremonia de la soledad...

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