martes, 10 de julio de 2007

Un día a viva voz


"En los acontecimientos excepcionales –cíclicos o no- son los peatones quienes circulan o se detienen, pero lo hacen de una forma protocolizada, congestionando un conducto habitualmente destinado al tráfico rodado, llenándolo con un fluido excepcional de ciudadanos que marchan o hacen un alto de manera compacta y ostentando un deseo compartido de exhibirse en tanto que comunidad movilizada. La ciudad y su entramado se convierte así, en el sentido literal, en un lugar para la acción social, de igual modo que el espacio social lo es igualmente al pie de la letra, puesto que la sociedad ha transformado el entorno urbano en un soporte para corporeizarse, se ha objetivado, convirtiéndose en una realidad espacio-temporal explícita, no latente.

Por otra parte, resulta como si la presencia masiva de ciudadanos quietos en un lugar o juntos en movimiento en una sola dirección, siguiendo el mismo ritmo, quisiese proclamar la plusvalía en el valor simbólico de los espacios en los cuales se aglutina o transita. En estas actividades, la distribución de los actores y de los repertorios simbólicos no es nunca arbitraria. La disposición de cada uno de los elementos concurrentes –público, autoridades, imágenes, emblemas o símbolos, protagonistas principales- es el resultado de una tarea discriminatoria cuya fuente es una determinada organización de las posiciones…

El uso extraordinario que recibe la calle o la plaza es una expresión más de cómo una comunidad socializa el espacio para convertirlo en soporte para la creación y la evocación de significados; un territorio para amontonar signos de una manera que nunca es arbitraria: gigantes y cabezudos, eslogan reivindicativo, banderas y pancartas, himnos políticos o religiosos, gritos desordenados. Son empleos específicos del espacio público por parte de una colectividad que, inmóvil o itinerante, nunca escoge en vano sus preferencias especiales.

En esas circunstancias, el espacio público es objeto de una transformación, no sólo por los cambios en la intensidad y la calidad del flujo que por él se arremolina o se mueve, sino también por todo tipo de manipulaciones acústicas y ornamentales, que dan idea de la naturaleza que estos actos tienen de auténticas performances; las aceras, las calzadas, las esquinas, los balcones, los comercios y todos los demás elementos escénicos de la vida ordinaria de la ciudad son al mismo tiempo decorado y, por una súbita ‘vitalización’, parte misma del cuadro de actores."
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Ya ha pasado casi una semana desde aquel 5 de julio, fecha inolvidable si se tiene en cuenta, el acompañamiento masivo representado en una marcha que significó la expresión colectiva y el malestar general de millones de colombianos.

Fue el llamado de una jornada motivada por la muerte de los 11 ex-diputados de Cali cuando estos parecían estar todavía en manos de las FARC. Obviamente, el escarnio y la injuria, motivados por el dolor, apuntaron directamente hacia esta guerrilla, aun sin conocerse muy claramente, los detalles y los hechos que llevaron a la muerte a los ex-diputados… Mientras tanto, nos cobija la incertidumbre de un hecho confuso que terminó con la vida de estas 11 personas, aunque revisando un poco la historia de este país, nos podremos dar cuenta que muchas de estas situaciones relacionadas con los conflictos y la violencia terminan en un total desconocimiento y rápida vuelta de página. Aquí en Colombia, la “verdad” casi siempre es temida y ocultada…



“Libertad”, “Paz”, “Vida” y “Respeto”, fueron entre tantas otras, palabras que trascendieron su esencia nominal para convertirse en las consignas de una marcha, adornada con estandartes de todo tipo como los pasacalles, banderas y globos, que se removían en la marejada blanca de gritos y arengas. El centro de Cali palpitó de una forma diferente a los demás días pues sus flujos fueron testigos de una voz que se indignó y se resistió a ser silenciada. Ahora, fue una voz con diferentes tonos, pues es lógico que en una marcha como éstas, que aglutina una gran cantidad de personas, se presenten perspectivas y puntos de vistas variados. Es cierto que unos ofrecían un total apoyo al gobierno, otros… no tanto. Me imagino que estas fechas son idóneas para ser aprovechadas por algunas personas para demostrar este tipo de expresiones.


En cuanto a la extensión del recorrido, la verdad, pensé que sería un poco más largo. Al resolverse sólo en el centro de Cali, quizás se hizo menos afluente. Sin embargo, para algunos, esta decisión debió haber sido de lo más “refrescante” debido al sol inclemente pero fiel acompañante de esta movilización. Un sol como pocos que ha cubierto el panorama diurno de estos días caleños y que obligó a las autoridades a disponer en ciertos puntos del recorrido, de "puestos de hidratación" y atención médica.



El 5 de julio de 2007 entonces, fue una fecha en que, a pesar de los eclécticos intereses que estuvieron presentes en la marcha, fue una “excusa” para el encuentro de todo un pueblo para acompañar en su dolor a las personas y familiares de éstas que han sido desplazadas, secuestradas, desaparecidas, torturadas y asesinadas. Fue un día en el que no hubo un minuto de silencio…


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1 Extracción del libro "Ciudad líquida, ciudad interrumpida" escrito por Manuel Delgado Ruiz, de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia / Sede Medellín. Colección Estética Expandida. Editorial Universidad de Antioquia. De la página 46 a la página 50.