domingo, 12 de agosto de 2007

El cromatismo de la Avenida Sexta, una alteridad socarronamente complementaria


El marco de la Avenida Sexta nos propone un ejercicio ‘colorífico’ y visual que va desde lo deslumbrante hasta lo amenazador. De sus entrañas sobresalen colores vivos, brillantes, eléctricos… hasta aquellos que cobran vida a través de la presencia de los neones; otros escogen como pareja a la oscuridad para ser notado...

En ocasiones, la amalgama cromática llega a un punto de diversidad tan abrumadora que nuestros ojos adquieren un estado de “ceguedad gráfica”. Al adaptarnos o acostumbrarnos a esta exposición se va perdiendo poco a poco esa percepción y el sentido que tenemos hacia lo gráfico. Ante tanta presencia yuxtapuesta, superpuesta y sobreexpuesta, no “vemos” ni retenemos lo que a veces pasa (hasta) al frente de nuestra visión. Es decir, la saturación a la que nos referimos crea esa indiferencia visual y esa “ceguedad” ante lo que existe, de lo que se encuentra a nuestro alrededor.

Los colores están ahí, dispuestos y diseminados sin soportes conceptuales de peso, sin planificaciones y violentando el buen gusto. Aunque no son los culpables... Pero generan un descontrol abusivo que sigue creciendo y aumentando este caudal de (des)información cromática.

En la Avenida Sexta se puede encontrar toda esa presentación masiva de colores, aunque no existe un equilibrio; no hay controles ni jerarquías, pero sí está permitido el caos pues éste tiene su propio reino en estos sectores.